sábado, 18 de abril de 2009

Prólogo (el definitivo, espero)

La sombra que se acercaba caminando por la calzada imperial se convirtió en un hombre fuertemente armado y con el rostro cubierto por una capucha. Se dirigía hacia la fortaleza de la frontera de Nördren, era un lugar antiguo pero de construcción fuerte y solida, estaba encalada entre dos desfiladeros uniendo las paredes verticales de roca por una enorme muralla que daba la sensación de que no se podía transitar puesto que solo había una enorme montaña en tu camino, al menos esa sería la sensación si no fuera por los hombres armados que custodiaban la puerta principal, los guardias que estaban en la parte superior de las muralla y la enorme cola de personas que esperaba para entrar.

El misterioso hombre se coloco al final de la cola esperando su turno, la persona que tenía delante al instante sintió como un escalofrió recorría su espalda, la cara del desconocido no se llegaba a vislumbrar del todo por la capucha, pero el aspecto general, las armas y la armadura, le daban un aire intimidatorio difícil de ignorar, la suposición del humilde hombre que esperaba con su carro cargado de mercancías fue que debía ser un guerrero, soldado o mercenario eso ya escapaba a su conocimiento.

Cuando la cola fue avanzando y el guerrero entro en la fortaleza descubrió que el interior era más grande de lo que desde fuera se vislumbraba, las paredes de los desfiladeros habían sido escavadas para dejar sitio a caballerizas, establos, forjas, etc. Junto a la pared derecha se veía la torre del homenaje, el centro neurálgico y de defensa de toda fortaleza, esta estaba rodeada por otra muralla, aunque de menores proporciones que las exteriores. A un lado había un artilugio que solo había visto en algunas ocasiones y que se conocía como elevador, al alzar la vista para ver hasta donde llegaba descubrió que en la parte superior de los dos desfiladeros también había murallas, y supuso, acertadamente, que en la otra pared también habría otro elevador y que probablemente esas murallas estarían llenas de soldados.

Cuando siguieron avanzando por el patio exterior de la fortaleza, por el camino delimitado por vallas de madera, descubrió un enorme patio de armas en el que decenas, quizá un centenar de soldados, se estaban entrenando, entre ellos, contra muñecos de madera y sacos de arpillera rellenos o frente a dianas de paja trenzada, en el uso de la espada, la lanza y el arco; parecía que se estaban preparando para una guerra, todos iban equipados con armaduras de escamas y con cotas de mallas y por el aspecto de algunas de esas armaduras parecían que acababan de ser forjadas.

Pero la realidad era bien distinta, la población de estos territorios eran gentes guerreras y se ejercitaban continuamente por tradición y porque sus nobles locales seguían luchando entre ellos a pesar de que supuestamente el orden había llegado a Nördren con la coronación del rey Sven I. La verdad es que ningún noble se contento con los territorios concedidos por la corona y tenían continuas escaramuzas para robarse territorios unos a otros.

Cada vez se escuchaba más cerca el “¡Siguiente!”, del guarda de la puerta, cuando finalmente el hombre que estaba delante con su carro fue despachado, el guerrero se encontró ante un guarda con lanza colocado en frente de una enorme mesa de madera tras la que se encontraba otro guarda y un escriba, tras una mirada de desconfianza y colcarse en una posición mas cómoda por si tenía que actuar, el guarda comenzó con las preguntas de rutina

-Bájate la capucha. Nombre

El guerrero retiro la capucha dejando ver una barba muy recortada, un pelo extremadamente corto y un rostro cruzado por una cicatriz vertical que cruzaba el ojo derecho, pero sin que este pareciera dañado, y otra en diagonal que pasaba por encima de su nariz y se unía a la otra justo a la derecha de donde se encontraban sus labios.

–Sölner

-Deja la bolsa encima de la mesa para que sea revisada. Motivo por el que entras en el país

-Trabajo

-¿Qué tipo de trabajo?

-Soy mercenario, ¿hay trabajo en la fortaleza?

-Nuestro señor no contrata mercenarios, dice que se pueden volver en tu contra en cualquier momento. Puedes probar en las tierras de lord Reinik

-¿Dónde queda eso?

-Sigue el camino imperial y cuando se Bifurque ve hacia el norte

-Ya esta-dijo el guarda que estaba revisando la bolsa-no hay más que ropa, una navaja de afeitar, unas tijeras, algunas provisiones, cuerda, una piedra de afilar, un frasco con aceite, unos trapos, una bolsa con agujas e hilos, utensilios de cocina, unas pieles de dormir, y una capa de viaje

-Bien, guárdalo todo otra vez y prepárate

Sölner miro extrañado al guarda y se puso alerta pensando que había caído en una trampa

-Esta es la parte más delicada, no quiero ninguna tontería, ¿entendido?

Algo más relajado porque parecía que simplemente era algo que tenía que hacer para cruzar la frontera asintió

-Tienes que dejar todas tus armas encima de la mesa, se cobran impuestos por cada arma que lleves, además me tienes que dejar revisar las bolsas que llevas colgadas del cinturón, si intentas algo mis camaradas te dejaran hecho un colador

Al mirar hacia donde señalaba el guarda vio a los dos soldados armados con arcos que antes habían revisado el carro que tenía delante, desde el principio se había estaba preguntando donde se habían metido.

Con lentitud dejo el escudo y la espada que llevaba a la espalda, después desenfundo la espada de la cintura y finalmente dejo las dos dagas que llevaba debajo del escudo y la espada. Tras ello el guarda empezó a abrir las bolsas que llevaba en el cinturón, en una encontró vendas, ungüentos y plantas, en otra más pequeña encontró un pequeño cuchillo enfundado que dejo sobre la mesa y pedernal y cuando llegaba a la ultima bolsa la mano bajo rápida como el rayo agarrando la muñeca del guarda dejándolo estupefacto y con una sombra de miedo asomándole en el rostro

-En esa bolsa está el dinero

-Pues dilo antes-dijo con rabia el guarda- casi hago que te acribillen, maldito loco
Se giro y se puso enfrente del escriba, que desde que habían ido apareciendo cosas encima de la mesa se había puesto a escribir a gran velocidad, y tras unos segundos se volvió a encarar con Sölner

-Son 3 bronces y 10 cobres, el escudo no se considera arma

-De acuerdo

Mientras pagaba, estaba pensando que era un precio excesivo, pero el guarda ya estaba bastante tenso por lo de antes y no quería forzar más la situación. Al acabar el guardia volvió a gritar "¡Siguiente!", recogió sus cosas, y se dirigió a la puerta, al salir se encontró con una calzada imperial destartalada y unos metros más adelante con árboles que incluso crecían dentro del camino, mientras avanzaba un único pensamiento cruzaba su mente, barbaros

Tras largas horas caminando, pasando a través de bosques y tierras agrícolas completamente desiertas, la oscuridad se le echo encima más rápido que un depredador se abate sobre su presa. Mientras iba pensando que tenía que encontrar un lugar en el que pernoctar, se encontró con un farol a lo lejos que mostraba la entrada a una granja de la que solo se vislumbraba la silueta en la noche.

Al llegar vio a un granjero prácticamente famélico y vestido con unas ropas tan raídas que en la ciudad podría haber pasado por un mendigo, apoyado en la valla de la entrada y mirando como su mujer, otro ejemplo perfecto de hambre y pobreza, estaba cogiendo algo de lo que parecía una especie de jaula, algún animal para la cena, supuso Sölner.

El granjero al verle mostro una sonrisa de dientes prácticamente podridos y dijo

-Hombre, un viajero, pase, pase

Tras un momento de vacilación Sölner atravesó la entrada colocándose delante del granjero, dudando entre sí formularle su petición de asilo o en salir de allí tras una pequeña charla para obtener información de adonde dirigirse, cuando de repente, la mujer soltó un grito estridente que le hizo girarse; justo en ese momento el granjero saco un puñal de su manga y asesto tres puñaladas en un costado, en los pequeños huecos que quedaban donde se ataba la armadura. Al volver a girarse, su cara mostraba perplejidad y un pensamiento cruzaba su mente, no es la primera vez que lo hace, maldito Cabron, mientras caía de rodillas apretándose el costado y contrayendo la cara en una mueca de dolor, vio como la mujer se acercaba con una sonrisa en los labios.

Justo antes de caer tras el velo de la inconsciencia, sus oídos oyeron los cascos de unos caballos acercándose al galope.

2 comentarios:

  1. Bueno parece el prologo de otra historia, me gustan los don pues personalmente mientras la historia enganche me da igual en que persona esté escrita.
    Está bastante bien, esperemos las venturas y desventuras de este mercenario. ;)

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  2. En realidad es el mismo relato, lo que pasa que me faltaban algunos parrafos que estaba corrigiendo, ya esta completo. No es como el otro porque al volverlo a escribir he cambiado cosas, soy incapaz de ponerlo exactamente igual.
    Gracias por leerme.

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