martes, 21 de abril de 2009

Prólogo (este de otra historia)

La luz del holograma del despertador ya empieza a despertarle antes incluso de que el guitarrista que se está formando empiece a tocar su estridente melodía, que hace que todas las mañanas desee que a su padre le entren migrañas hasta el final de sus días por habérselo regalado. Resignado, golpea el despertador haciendo que se apague, podría hacerlo mediante el control de voz, pero el placer que siente al golpear el maldito cacharro no tiene ni punto de comparación. Tras levantarse de la cama se toma un momento para despejarse, no ha tenido muy buena noche, finalmente le habla a la casa,

-Casa, luces, pasillo y baño-, automáticamente las luces citadas se encienden dejando ver un pasillo pintado de blanco con planos de diseños electrónicos enmarcados y acolchado con una alfombra con una composición geométrica formada por diversos azules, al llegar al baño deja el pijama en el cesto de la ropa sucia, que automáticamente absorbe la ropa llevándola hacia la lavadora de la cocina por los tubos que pasan por debajo del suelo, y se mete en la ducha cerrando la puerta de cristal, una vez dentro vuelve a hablar,

-casa, agua ducha, temperatura favorita-, tras ducharse, aun se permite un momento debajo del agua, desterrando el sueño que aun le ronda, tentándole con volver a la cama y no ir a trabajar; al acabar los tubos del agua de la ducha cambian a los secadores y le dejan casi sin una sola gota de agua, podrían dejarle seco, pero una toalla le está esperando al salir, es algo arcaico pero le gusta la sensación del algodón sobre la piel. Al acabar sale y dice,

-Casa, luces, habitación-, esta vez se encienden las luces de la habitación dejando ver una cama deshecha con dos mesitas a cada lado, sobre las que hay dos lámparas de diseño antiguo y al lado de la que está a la izquierda un lector de libros apagado, tras hacer la cama, se gira hacia la gran mesa inclinada de dibujo, con una zona despejada para dibujar y otra equipada con un ordenador encajado en un hueco, construido para tal efecto, con el teclado y la alfombrilla debajo; tras un momento de duda finalmente se sienta en la silla ergonómica y enciende el ordenador.

Posa la mano sobre la alfombrilla y dirige la flecha con solo mover el dedo sobre ella, pincha en el nuevo proyecto en el que ha estado trabajado durante un mes, y tras revisar los cálculos y darse por satisfecho cierra el programa y el ordenador, después saca el archivador de la estantería superior donde guarda los papeles y el material de dibujo y deja sobre la mesa el plano del proyecto para trabajaren él por la noche, sonríe al tocar el papel; ya nadie lo usa y en más de una ocasión le habían dicho que no era más que un niño caprichoso que estaba contribuyendo a destrozar el medio ambiente. Le daba igual, trabajaba mejor sobre el papel, los resultados lo demostraban, así que por mucho que se lo dijeran no iba a dejar de usarlo.

Tras guardar el archivador se dirigió al armario y escogió un traje negro, una camisa negra y una corbata roja de entre la ropa que tenia, cuando se acabo de vestir fue a la cocina y al llegar dijo,

-casa, luces, cocina-, encendió la tostadora, selecciono en la pantalla táctil tostadas con mantequilla y repitió la operación en la cafetera seleccionando un café con leche.

Al acabar de desayunar miro el reloj y se dio cuenta de que llegaba tarde, tras un espontaneo “mierda”, se puso los zapatos, recogió la cartera, metiendo las unidades de almacenaje, el ordenador portátil y el lector de libros y hecho a correr por la puerta diciendo,

-Casa, apagar luces-, al cerrar la puerta puso la huella dactilar en la cerradura para que se activasen los cierres de seguridad y bajo las escaleras como una exhalación, al llegar al recibidor el robot recepcionistas, un modelo nuevo con una semejanza con una persona humana increíble sino fuera por la desnudez y el brillo cromado, le abrió la puerta y dijo,

-Buenos días, señor Cordway, aun tiene un 67% de probabilidades de coger el tren, debería pensar en comprar un coche, o en levantarse más pronto

Estos modelos le ponían nervioso, los robots no tendrían que parecerse a los humanos, eran algo completamente diferente y tendrían que lucir como tal; y lo peor era que este modelo no podía dejar de decirle lo de “señor Cordway”, él era Jack no señor Cordway, la programación educada estaba bien pero tendría que tener la opción de ser desactivada. Durante un momento a Jack le pareció notar un deje de ironía en las palabras del robot, pero eso era imposible, a menos que los chicos de programación siguieran en sus trece de mejorar la inteligencia artificial de los nuevos modelos. Ya se había denegado su petición de aumentar el nivel de humanidad en la IA, pero sin vigilancia constante ¿Quién sabe lo que podrían hacer?

-Gracias Bruno, nos vemos luego

-Por supuesto se…

La contestación se perdió en el aire, dejada atrás por una carrera desesperada para llegar a tiempo a la estación para coger el tren y poder llegar al trabajo, no le apetecía que su padre le echara la bronca otra vez, además tenía que supervisar y trabajar durante un tiempo en otro departamento de Robótica Cordway, para “formarse y conocer todos los entresijos de la empresa, desde las tuercas a la IA”, como le gustaba decir a su padre.

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